Lugares de la Memoria
Lugar 1: La casa del Pueblo,
En la calle Palomas nº 2 se encontraba la Casa del Pueblo del Centro Instructivo Obrero "La Fraternidad", el cual había nacido en 1918. Tras triunfar el golpe de estado de julio de 1936, la casa pasó a manos de la Comisión de Incautación de Bienes, a partir de un expediente incoado en diciembre de 1936, y sería entregada a Falange. Además, hay testimonios de que uno de los primeros actos de los golpistas fue quemar en la calle los libros de la biblioteca que poseía la Casa.
Años después, el edificio se convertiría en sede la Delegación Comarcal del sindicato vertical y de la Hermandad de Labradores, así como de la Emisora sindical, ya en los años 60. Con posterioridad volvió a manos de Falange, ahora a través del Frente de Juventudes, y en ella se estableció la sede de la Organización Juvenil Española (OJE). En la actualidad, como propiedad municipal, es la Casa de la Juventud.
Lugar 2: Actual Plaza de España (tras el Ayuntamiento)
La plaza de abastos se hallaba a la espalda del antiguo edificio del ayuntamiento, construido tras la desamortización del convento de san Martín. En el centro de la misma, como sabemos por testimonios orales, se erigió un busto dedicado a Mariana Pineda, una figura vinculada a la defensa de la libertad en la historia contemporánea española. En el caso de Cabra concurría la circunstancia de que un egabrense, José de la Peña y Aguayo, fue su abogado defensor en el juicio que la condenó a muerte, y asimismo fue el autor de la primera biografía sobre la liberal granadina.
Tras el golpe de estado de 1936, el busto fue derribado y abandonado en las márgenes del arroyo de la Tejera, que por aquellas fechas era una zona que funcionaba como escombrera. Que fuera abandonada allí lo conocemos por el testimonio de los hermanos Moral Valle, hijos del "topo" egabrense, que encontraron el busto abandonado y que de inmediato fueron obligados por su madre a abandonarlo en el mismo lugar.
Lugar 3: Calle Norte
Entre 1936 y 1942, en un agujero excavado en la cocina de su casa de la calle Norte, estuvo escondido Francisco Moral Barranco, un militante socialista que intentó huir del pueblo en los primeros días de la guerra, pero tras resultar herido tuvo que volver, junto con un compañero que lo ayudó a llegar hasta su domicilio. Lo curaron, pero ante los fusilamientos que empezaron a producirse, incluido el del amigo que lo había acompañado, se mantuvo escondido. Se vio obligado a salir con motivo de una enfermedad que necesitó de asistencia médica.
Sus hijos mantuvieron siempre el secreto de su presencia, así como su esposa, que sufrió presiones y acoso por parte de algún militante falangista que la amenazó de muerte en su propia casa, mientras su marido lo escuchaba todo desde su escondite. La familia emigraría a Cataluña y en 2020 varios de sus hijos dieron a conocer el testimonio de lo ocurrido.
Lugar 4: Calle Tinte
Los datos sobre la existencia de un campo de concentración en Cabra los hemos conocido gracias al libro de Francisco Navarro: Cautivos en Córdoba (1937-1942). Estuvo en un edificio en la esquina de las calles Platerías y Tinte, muy cerca de la plaza Vieja. El primer contingente de prisioneros llegó en agosto de 1938, con 202 reclusos. Entre esa fecha y abril de 1939 pasaron por el campo de Cabra 1.032 prisioneros republicanos. El emplazamiento del campo en esta localidad se justifica por la existencia de la estación de ferrocarril, fundamental para el traslado de prisioneros.
Un dato significativo del campo egabrense es que 24 de los prisioneros eran mujeres, un caso único entre los campos de la provincia de Córdoba. Es probable que fuesen ellas quienes bordaran una imagen de la virgen de la Sierra en un mantón de Manila. El jefe del campo fue el Comandante militar Cristóbal Esteban Molina, quien también desempeñó la función de juez militar de la Comisión de Incautación de Bienes en Cabra.
Lugar 5: Instituto Aguilar y Eslava
En 1937 el Instituto "Aguilar y Eslava" fue utilizado como residencia de una columna de requetés sevillanos que, bajo el mando de Luis Redondo, recorrieron varias provincias andaluzas. Con ellos iba de capellán el jesuita Bernabé Copado, que ha dejado testimonio escrito de la campaña, y por él conocemos que fue este grupo de carlistas quien destruyó la placa que a la entrada del centro recordaba la visita del Presidente de la República, Niceto Alcalá-Zamora, en 1932.
El director del Instituto era Ángel Cruz Rueda, alcalde de Cabra durante la guerra (1936-1940) y presidente de la Comisión depuradora de maestros de la provincia. En cuanto a los profesores del Instituto, de un total de 17, serían denunciados 9, y 3 de ellos resultaron sancionados (el mayor castigo fue el del catedrático de Física y Química Rafael Navarro Martín). Una vez acabada la guerra, en diciembre de 1939, se celebró un juicio contra 18 personas procedentes de la zona republicana, uno era egabrense y el esto de Doña Mencía. La petición fiscal fue de 6 penas de muerte y 12 de reclusión perpetua.
Lugar 6: Plaza Vieja - Ayuntamiento
El 7 de noviembre de 1938 tuvo lugar un episodio que provocaría un gran número de víctimas en Cabra: el bombardeo de la población a primera hora de la mañana por tres aviones Tupolev SB-2. Alcanzó varias zonas del pueblo desde el extremo de la plaza de abastos hasta la plaza Vieja. El resultado fue de más de un centenar de muertos, junto a numerosos heridos y cuantiosos daños materiales en edificios. Desde el primer momento, y en años posteriores, las víctimas fueron objeto de homenaje y reconocimiento, y sus nombres figuraron en la cruz de los caídos instalada a la entrada del colegio de las Escolapias. En las labores de ayuda, como así se reconoció desde instancias oficiales franquistas, colaboraron los prisioneros del campo de concentración.
Cabra tenía un frente relativamente cerca, en Almedinilla, y además tenía tropas concentradas: la 34ª Compañía de automovilismo, la 34ª Compañía de Transmisiones y el Batallón de trabajadores nº 37. Unos días antes del bombardeo se había instalado el cuartel general de la 34ª División. Y también estaba en la ciudad el 2º Batallón de la Falange de Cádiz. Todo ello nos ayuda a explicar, no a justificar, el bombardeo, como ocurrió también en otras localidades cercanas.
Lugar 7: Calle Martín Belda, 21
Desde comienzos del siglo XX habían aparecido propuestas para que Cabra contara con una biblioteca municipal, pero habría que esperar hasta la proclamación de la II República para que se hiciera realidad. La decisión de crearla se adoptó en un pleno el 16 de junio de 1933, y la inauguración oficial tuvo lugar el 7 de enero de 1934. En ese momento se instaló en la planta baja del Ayuntamiento. En 1958 se acordó designarla con el nombre de su primer bibliotecario, Juan Soca.
Durante la guerra civil interrumpió temporalmente sus servicios en 1937 y el bibliotecario tuvo que cumplir con las órdenes que obligaban al expurgo de obras, y así se retiraron y destruyeron obras que se consideraron "perjudíciales por el contenido de sus doctrinas revolucionarias". En todo caso, lo más resaltable es que la biblioteca no fue clausurada de forma definitiva, de tal modo que en la actualidad es la más antigua de la provincia, solo superada por la de la capital. En 1960 se trasladó a la calle Palomas (entonces Boinas Rojas) y desde 1979 se encuentra en su actual emplazamiento en la Casa de la Cultura, que fue la sede de la sucursal del Banco de España en Cabra.
Lugar 8: Cementerio Municipal (CO-6213, 11)
A las 4 de la tarde del 19 de julio el capitán de la Guardia Civil, Francisco López Pastor, tomó posesión del ayuntamiento egabrense, en presencia del acalde Francisco Rojas López y varios concejales. En consecuencia, Cabra estuvo en poder de los sublevados desde el primer momento, pero esto no evitó la represión contra aquellos que habían apoyado a la República o habían militado en organizaciones políticas de izquierda o en sindicatos de clase.
Los primeros fusilamientos tuvieron lugar en agosto de 1936 y se sucedieron al menos hasta diciembre del mismo año. Si atendemos a los datos procedentes de fuentes documentales o de testimonios orales, la cifra de represaliados supera los 70. De los que fueron inscritos en el Registro Civil, solo uno lo fue unos meses después de su ejecución, todos los demás se incluyeron finalizada la guerra. Las ejecuciones se produjeron en algunas de las carreteras de salida de Cabra, bien en dirección a Monturque o a Lucena, así como en la tapia del cementerio. En este se ha colocado en 2022 un reconocimiento a todas las víctimas de la guerra y asimismo en 2021 han comenzado los trabajos de exhumación de la fosa común en la que han aparecido algunos de los individuos represaliados.